miércoles, 18 de agosto de 2010

Las Promesas de Dios


Recuerdo cuando era un niño y mi papá me avisaba que al día siguiente iríamos a pescar, cazar o algún otro tipo de aventura. Durante toda la noche anterior me costaba conciliar el sueño porque imaginaba las grandes cosas que haríamos al día siguiente. Mi papá era un hombre de palabra, y al escuchar su promesa, yo sabía, sin duda, que él iba a cumplir con lo que me había dicho.

Una promesa de parte de alguien confiable lleva en sí el poder para transformar la mente y la actitud de una persona, y encender la llama de esperanza donde antes existía solamente depresión, temor y preocupación. Podría tratarse de una promesa por un nuevo trabajo, un mejor sueldo, una nueva casa, o el galardón por un trabajo bien hecho. Sin embargo, una promesa solamente tiene valor, si quien promete es una persona íntegra. La promesa de un mentiroso es como el viento que llega y desaparece.

En el universo no existe nadie más confiable que Dios. Desde el principio, Dios ha hecho sus obras a través de sus palabras, y ha declarado que su palabra es eterna y no puede fallar. Por su palabra, Dios creó el universo, el mundo y todo lo que en él hay. La Biblia declara que la Palabra de Dios es lo que sustenta todo lo que existe (Hebreos 1:3).

A lo largo de la historia, Dios ha hecho promesas al hombre con el propósito de ayudarle en su vida. Las promesas siempre se componen de dos partes: una condición y un resultado, el que depende del cumplimiento de la condición.

La primera promesa en la Biblia tuvo que ver con las instrucciones que Dios entregó a Adán cuando le dijo, “mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:17). Adán y Eva no obedecieron la condición estipulada por Dios, y sufrieron las consecuencias.

La Palabra de Dios Tiene Poder

Es importante que sepamos que cuando Dios habla, sus palabras llevan en sí poder. El declara, “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir... así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55:10-11). Entonces, podemos concluir que la Palabra de Dios representa su poder, su forma de cumplir con sus propósitos en la tierra.

Cuando Noé salió del arca después del diluvio, Dios habló con él y le hizo una declaración. No fue una promesa que contuviera una condición; sin embargo nos muestra la inmutabilidad de la Palabra de Dios. “Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche” (Génesis 8:22). Esta declaración es tan cierta, que todos los seres humanos en el mundo planifican sus vidas según la realidad de estas palabras. El día y la noche, el frío y el calor, el verano y el invierno, y la sementera y la siega son verdades que existen porque Dios los estableció por su Palabra. Es su Palabra la que sostiene estas verdades. Si nosotros tenemos la confianza necesaria para planificar nuestras vidas sobre estas palabras, ¿por qué nos falta la confianza para hacer lo mismo con las otras palabras de Dios?

Cuando el ángel Gabriel llevó su mensaje a María acerca del nacimiento de Jesús, dijo algo importante que debemos tomar en cuenta. Después del anuncio a María y de compartirle el milagro que ya había vivido Elisabet, Gabriel declaró, “porque nada hay imposible para Dios” (Lucas 1:37). Seguramente, todos están de acuerdo en esta aseveración, pero en el griego el significado es aún más interesante. Donde dice, “porque nada hay...” en el griego existe la palabra ‘rhema,’ que significa ‘palabra.’ Se puede traducir así; “Ninguna palabra de Dios es imposible.” En otras palabras, ninguna palabra de Dios se encuentra sin el poder para cumplirse.

María hizo la confesión indicada al escuchar una revelación tan importante. “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lucas 1:38). El pueblo de Dios debe tener la misma actitud. En lugar de dudar que Dios esté dispuesto o capaz de cumplir con sus promesas, debemos afirmar la obra de la Palabra en nuestras vidas. Su Palabra hará lo que El quiere (Isaías 55:11) si nos ponemos de acuerdo con ella.

El Poder De Una Promesa de Dios

Una buena definición de una promesa podría ser: Una promesa de Dios es una declaración de parte de El que lleva en sí el poder para cumplirse, siempre y cuando las condiciones se cumplan.

Al pasar tiempo estudiando las escrituras es fácil encontrar muchísimas promesas hechas por Dios. Existen promesas en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, promesas que tocan cada área de la vida. Los pactos, o compromisos que Dios ha hecho con el hombre a lo largo de los siglos., se basan en promesas.

Cuando Dios escogió a Abram (Abraham) para ser su hombre de pacto, El le hizo promesas que todavía tienen poder hoy en día. “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición... y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Génesis 12:3). La nación de Israel y la raza judía es el resultado de esta promesa, y los propósitos de Dios no han cambiado con los siglos. A través de esta promesa salió del linaje de Abraham un salvador, Jesucristo, cuyo propósito fue bendecir a todas las familias de la tierra. De hecho, Pablo declaró que, “si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (Gálatas 3:29). La promesa que Dios hizo hace miles de años sigue vigente, y la bendición de la promesa está disponible para quienes viven por fe. ¡Cuán importante es tener conocimiento de las promesas de Dios!

También, bajo el pacto de la ley podemos encontrar las promesas que Dios hizo para bendecir a su pueblo. Por supuesto, existían condiciones que ellos tenían que cumplir para recibir el beneficio de la promesa. Por ejemplo, en Deuteronomio 28, Dios declara, “si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy (Condiciones), también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones...” (Resultado) (Deuteronomio 28:1-2). Así trabaja Dios con su pueblo.

Un Mejor Pacto

Cuando hablamos de los pactos es necesario que entendamos que Dios ha hecho pactos a través de la historia para el beneficio del hombre. Por medio de Jesucristo, Dios hizo su último pacto, el más poderoso de todos. “Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo (Jesús), cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas” (Hebreos 8:6).

Cuando construimos un edificio, lo primero que tenemos que poner es el cimiento. Es el cimiento el que da fuerza y permanencia al edificio. Construimos un edificio sobre el cimiento. Podemos vivir tranquilos en el edificio, pues no se moverá porque tiene un cimiento sólido. Sin un buen cimiento, el edificio podría caer fácilmente. En el mundo espiritual existe un mejor pacto (contrato), establecido (construido) sobre promesas. Son las promesas las que dan fuerza, poder y autoridad al pacto. Sin las promesas, el pacto está vacío. Todo lo que Dios hace en el mundo lo hace a través de sus promesas. Lo que Dios quiere hacer en tu vida lo hará por sus promesas. Sus deseos para ti dependen de tu conocimiento de las promesas que Dios te ha dado.

Un buen ejemplo es la promesa de salvación que existe bajo el Nuevo Pacto. Dios declara a través de Pablo, “si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9).

Ahora, veamos el poder de la promesa. Si crees en el corazón, y confiesas con la boca que Jesús es el Señor, ¿está Dios obligado a salvarte? ¿Es posible que Dios te pueda decir, “No, no te voy a salvar a pesar de tu fe y tu confesión?” Por supuesto la respuesta es, “No.” Cuando se cumple con las condiciones, Dios está OBLIGADO a cumplir con su parte. ¡Realmente, la salvación es NADA MAS que fe en una promesa! Todos los creyentes en el mundo están basando sus vidas en la promesa de salvación y nada mas. Ciertamente, nuestra fe en la promesa desata la gracia de Dios en la vida, y todo el poder que la acompaña. Sin embargo, el resultado proviene de la fe en la promesa y en la convicción de que quien promete no mienta. Dios estableció su pacto sobre tales promesas.

Las Promesas Siguen Vigentes

Las promesas representan la manera que Dios usa para establecer su voluntad en el mundo. Nuestra ignorancia o pasividad en cuanto a las promesas de Dios puede determinar la calidad de nuestra vida.

En 2 Corintios 1:20, encontramos una declaración sorprendente. “Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.” En otras palabras, cada promesa que Dios ha hecho al hombre durante la historia sigue vigente, y está disponible para quien la tome. Existen promesas inferiores bajo el Antiguo Pacto, y promesas superiores bajo el Nuevo. Pero todas son en él Sí y Amén.

Es como el chófer de un taxi que siempre encuentra los semáforos con luz verde y nunca tiene que parar, porque la luz siempre está verde cuando él pasa en su auto. Así es nuestro Dios. Todo lo bueno que él ha prometido al hombre está disponible para el creyente. Pero las condiciones se tienen que cumplir. La frase, “por medio de nosotros,” significa que somos nosotros quienes determinamos si recibimos el beneficio de la promesa o no.

Por ejemplo, en la promesa de salvación que ya hemos visto, depende del hombre si va a creer y confesar que Jesús es el Señor. Al creer y confesar la promesa, ésta se activa y se cumple. Pero depende del hombre. Dios quiere salvar a todos, pero no todos desatan el poder de la promesa.

Ahora, veamos la importancia que Dios da a sus promesas. “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegáseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2 Pedro 1:3-4). Déjenme ponerlo en términos más entendibles:

1.Todo lo que necesitamos para vivir nos ha sido dado. Ya está disponible.

2.Ahora depende de nuestro conocimiento de Dios y sus principios.

3.Su gloria y excelencia nos han dado promesas.

4.Para que por ellas participemos en la vida de Dios...

5.... y huyamos de la corrupción que existe en el mundo.

Cuando dice, “para que por ellas,” Dios declara claramente que la forma que El ha elegido para que nosotros participemos en la vida abundante, y que tengamos protección del mundo contaminado, es a través de sus promesas. Es LA manera que Dios ha escogido.

Si no vives por las promesas de Dios, no estás viviendo la vida que Dios tiene para ti. Estás solamente ‘sobreviviendo.’ Dios quiere cumplir sus propósitos y su voluntad en tu vida, pero solamente lo va hacer por sus promesas. Si eres ignorante de las promesas, o pasivo en cuanto a ellas, jamás disfrutarás de los beneficios y bendiciones que buscas.

Una Promesa Es Una Semilla

Una promesa de Dios representa lo que El quiere hacer en tu vida. El poder para cumplir la promesa se encuentra en la misma palabra de la promesa, como el poder para que crezca una manzana se encuentra en la semilla de la manzana. Mientras uno no siembra la semilla, no verá el fruto que potencialmente existe dentro. El poder para que brote un manzano, está dentro de la semilla. Es siempre “Si y Amén.” Simplemente requiere que sea sembrada en la tierra.

Así funcionan las promesas de Dios también. El poder para ser salvo se encuentra en la palabra de Dios sobre la salvación. Cualquiera que la escucha y la recibe puede creer, confesar y ser salvo. El poder para recibir la sanidad se encuentra en las promesas que el Señor ha hecho sobre la sanidad. Cualquiera que las escucha y las crea puede ser sano. “Así que la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). Nuestra fe y nuestra confesión (declaración) desata el poder de la promesa y la promesa comienza cumplirse.

Dios nos ha dado promesas que cubren cada área de la vida. No existe ninguna circunstancia ni ningún tema sin una promesa que se pueda desatar para experimentar la voluntad de Dios en lugar de “la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2 Pedro 1:3-4).

Para vivir la vida abundante que Jesús nos prometió (Juan 10:10), es necesario activar las promesas en cada área de la vida. Muchos activan la promesa de la salvación pero nunca desatan el poder de las otras promesas. El perdón de los pecados es solamente una de las mejores promesas que existen en el Nuevo Pacto. Hay promesas para recibir el poder del Espíritu Santo, salud, ayuda espiritual; hay promesas de oración, de sabiduría, de fe, para la soledad, para el temor, promesas de autoridad sobre el diablo, promesas para la familia, el trabajo, los recursos, la protección, etc. Y es solamente a través de las promesas que podemos participar de la naturaleza divina de Dios. Eso es la vida abundante.

¿Cómo podemos activar las promesas de Dios?

1.Llena tu mente y tu corazón con una visión de la promesa ya cumplida

Medita en la promesa día y noche hasta que sea real en tu corazón (Josué 1:8).

Mantén los ojos en la promesa y no en las circunstancias (2 Corintios 4:18).

2.Proclama la promesa en voz alta constantemente.

Declara que ya es tuya (2 Corintios 4:13, Proverbios 18:20-21)

3.Actúa y habla como si fuera la verdad (Santiago 1:23-25)

4.Nunca dudes del poder de la promesa de Dios

Decide que vas a recibir lo que Dios dice (Santiago 1:6-8)

5.No dejes de creer, hablar y actuar hasta que haya llegado la manifestación..

No te rindes nunca (Hebreos 6:12)

Sigue haciendo la voluntad de Dios (Hebreos 10:35-36)

Cuando uno capta el potencial que existe en las promesas de Dios, y entiende que todo se puede desatar por fe, la vida cristiana se transforma de una rutina religiosa y aburrida en una aventura de fe, victoria y triunfo. Las circunstancias negativas no representan nuestro destino, sino que son obstáculos temporales que tienen que rendirse frente al poder de la Palabra de Dios a través de sus promesas. El creyente llega a ser el canal que Dios utiliza para realizar su voluntad en la tierra.

¡Levántate ahora! Busca las promesas de Dios y úsalas como herramientas divinas para construir tu vida.

“Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recbísteis la palabra (promesa) de Dios que oísteis de nosotros, la recibísteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes” (1 Tesalonicenses 2:13)

jueves, 12 de agosto de 2010

Oración de Jabes


Hace poco leí un librito llamado “La Oración de Jabes”. Se trata de la oración de un hombre mencionado en un solo pasaje de la Biblia, I Crónicas 4:9,10, en medio de largas genealogías de las tribus de Israel. ¿Por qué llama tanta atención esta oración? Porque Dios le concedió lo que pidió. Este hecho motivó al autor del libro a hacer suya esta oración TODOS LOS DIAS DE SU VIDA. Ahora testifica que Dios ha hecho lo mismo para él que hizo para Jabes.
Vamos a verlo en la traducción de la Biblia de las Americas:
“Jabes invocó al Dios de Israel, diciendo:
¡Oh, si en verdad me bendijeras,
ensancharas mi territorio,
y tu mano estuviera conmigo
y me guardaras del mal
para que no me causara dolor!”
Es una magnífica oración para cualquiera que cree que Dios es el Padre bueno que da buenas cosas a Sus hijos (Mateo 7:11). Tiene cierta semejanza con “El Padre Nuestro” que Jesús enseñó a Sus discípulos, otra oración modelo que es buena para cada día. De hecho, hay muchas oraciones en la Biblia que traerían muchísimas bendiciones a nuestras vidas si las hiciéramos regularmente. “No tenéis, porque no pedís” (Stgo. 4:2).
Me gustaría hacer mis propios comentarios sobre esta oración. “Oh, que me bendijeras en verdad…” El Padre ya nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo (Ef. 1:3). Estas bendiciones datan desde el momento de creer y estar en Cristo (I Cor. 1:30) e incluyen:
la elección para ser santos,
la predestinación para ser hijos,
la gracia impartida,
la redención y el perdón por la sangre de Cristo,
el conocimiento del misterio de Su voluntad de reunir todas las cosas en Cristo,
la herencia y el sello del Espíritu Santo que garantiza nuestra redención final (Ef. 1:4-14).
Estas son las bendiciones que tenemos ya, no debemos seguirlas pidiendo. Pero hay otras bendiciones que necesitamos pedir para recibir y seguir pidiendo día tras día. Pablo pidió éstas por los efesios (1:15-21 y 3:15-20), los filipenses (1:9-11), los colosenses (1:9-12) y los tesalonicenses (3:12,13). Estas son las bendiciones espirituales que necesitamos:
• Espíritu de sabiduría y revelación en un mejor conocimiento de Dios
• Certeza de nuestra esperanza, de Su herencia en nosotros y Su gran poder para con nosotros
• Fortalecimiento en el hombre interior por Su Espíritu
• Establecimiento en el amor para conocer Su amor por nosotros
• Llenura de toda la plenitud de Dios
• Abundancia en ciencia y conocimiento para aprobar lo mejor
• Llenura de frutos de justicia para la gloria de Dios
• Llenura del conocimiento de Su voluntad en sabiduría e inteligencia espiritual
• Un andar digno del Señor, agradándole, llevando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios
• Fortalecimiento con Su poder para paciencia y longanimidad
• Crecimiento y abundancia en amor
• Firmeza en la santidad para la venida de Jesucristo
Todos necesitamos bendiciones espirituales y materiales. Bendiciones son aquellas cosas que vienen del Buen Padre que hace el bien para Sus hijos. El quiere que pidamos, busquemos y llamemos para que sepamos que en realidad dependemos totalmente de Su cuidado, ayuda y gracia en esta vida. Oración es dependencia, es la fe en acción. La actitud de uno que pide bendiciones es de dependencia y no de independencia, así vivmos o andamos por la fe y no la vista (II Cor. 5:7).
¿Quieres las bendiciones de Dios? Pídelas. No presumas que El vaya a hacer lo que nos ha mostrado que debemos pedir con perseverancia. Jabes pidió las bendiciones verdaderas, o sea claras demostraciones de que Dios está escuchando y contestando la oración. Por esto a mí me gusta añadir lo que necesito hoy: “Que me bendijeras con tu paz en las muchas tensiones de mi horario para hoy; con meditaciones ricas de tu Palabra durante el día; y con la oración continua que me anima y motiva tanto…” ¿Cuáles bendiciones necesitas tú “hoy”? Pídelas. Dios será tan específico contigo como tú eres con El.
“… que ensancharas mi territorio” es la petición de un agricultor que quería más lugar para sembrar o pastar sus animales. Para un hombre de negocios sería “más clientes”. Para un doctor, “más pacientes”. Para una ama de casa, “más amigas”. Para todo cristiano sería bueno orar así para “más oportunidades de evangelizar, enseñar o servir.” Más territorio implica más trabajo, así que no pidas esto si no tienes la disposición de explotar el terreno nuevo a lo máximo. Eliseo pidió la doble porción del espíritu de Elías, su mentor. Recibió lo que pidió: el doble de milagros pero también el doble de vida, trabajo y sufrimiento.
¿Por qué quieres más? ¡Cuidado! Dios no va a contestar esta petición si es para un mal propósito. “Que aumentes mis oportunidades para que te pueda servir mejor, agradarte más y glorificarte en verdad” es la clase de petición que Dios quiere. Si es para gastar en tus propios placeres no te lo va a dar, porque sería para tu mal, no tu bien (Stgo. 4:1-3). Si quieres más para administrarlo como un buen mayordomo de Dios, no hay límites a lo que puedes pedir. Pero el corazón es engañoso (Jer.17:9). Puedes engañar a otros y hasta a ti mismo pero nunca a Dios. Así que tengamos fe pero no tengamos presunciones escondidas en esta petición por más territorio.
“Y que tu mano estuviera conmigo” es la petición de la presencia y poder de Dios en nuestra vida. Esa llenura del Espíritu Santo “sobre” nosotros nos hace valientes y audaces sin ser arrogantes y vanidosos. El “exito” verdadero no se mide en pesos o posesiones sino en resultados buenos en las vidas de los que servimos. Esto es cierto en el área de negocios y proyectos o sencillamente en la forma en que uno trabaja en su profesión o vocación. Es ciertísimo en cualquier servicio espiritual cuando los dones de Dios se emplean para el bien del Cuerpo de Cristo. En todo lo que hacemos, si lo hacemos en el Nombre del Señor Jesucristo y para la gloria de Dios, necesitamos “la mano del Señor” con nosotros. Siempre cuando el Antiguo Testamento menciona alguna obra grande del Señor, lo logró con “Su mano levantada” o “Su brazo extendido”. Dios interviene en nuestros asuntos para el bien cuando se lo pedimos.
Otra vez, algo personal. Me gusta pedir que Su mano esté conmigo “en la plática que voy a dar o el estudio que voy a dirigir o la visita que voy a hacer.” Debemos empapar cada acto del día con esta petición para que Dios sea nuestro Ayudador. Pablo se atrevió a decir que colaboraba con Dios, y cuando habló de los éxitos en su ministerio siempre decía “lo que Dios había hecho con nosotros”. ¿Qué tienes que hacer hoy que necesita “la mano de Dios” contigo? Espero que digas: “Todo lo que voy a hacer necesita Su poder” porque así es en realidad. Pide Su mano contigo para todo.
“Y que me guardaras del mal” es una petición muy necesaria porque vivimos en un mundo lleno de males porque el Maligno está sembrando la maldad en todas partes. Es casi imposible no ver, oír o sentir el mal en un día normal. David cantó muchas veces en sus oraciones "Guárdame de mis enemigos.” Cristo nos enseñó lo mismo. Pero cuántas veces no pedimos Su protección ni nos ponemos la armadura de Dios (Ef. 6:10-18) antes de salir al mundo lleno de peligros y enemigos. No es raro que haya tantos tropezones, caídas y faltas para confesar luego. El que no cree que vivimos en un mundo malo no entenderá por qué Cristo oró “Guárdalos del Maligno” (Juan 17:15).
Cuántos cristianos, sobreconfiados en su propio poder para vencer a Satanás, han caído en sus trampas porque no pidieron la protección divina. ¿Cuándo somos tentados? ¿Cuándo nos ataca el enemigo? ¿Hace citas el diablo para pelear? Un enemigo ataca cuándo y dónde no estamos preparados. El león rugiente busca a quién devorar. Los que han orado sinceramente pidiendo la protección de Dios son guardados de él. Jabes no quería sufrir “dolor”. (Su nombre viene de la raíz “dolor”. Tal vez muchas veces él había sufrido dolor, o a lo mejor su madre le puso ese nombre por el dolor que le causó cuando nació.) El mal causa dolor tan seguramente como un bebé causa dolor al nacer. El pecado es una siembra de cosecha dolorosa más adelante. Debemos pedir la protección de Dios constantemente.
Ahora bien, me pareció a mí que yo sería un tonto si no pidiera estas mismas cosas todas las mañanas en mi tiempo devocional y durante el día. Si no las pido, las pierdo. Si las pido, las recibo. Es la ley de la oración en Mateo 7:7-11. En Juan 16:24 Jesús dijo: “Hasta ahora nada habéis pedido en mi Nombre; pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo”. No seamos los tontos que no piden. Pidamos estas cosas con perseverancia.
P.D. Puedes recortar el versículo y pegarlo en tu espejo para formar el hábito diario desde temprano de pedir lo que Dios quiere hacer para ti.

sábado, 7 de agosto de 2010

QUIEN ES EL NUEVO PRESIDENTE ELECTO DE COLOMBIA


Juan Manuel Santos Calderón (nacido en Bogotá D. C. el 10 de agosto de 1951) es un político, periodista, economista colombiano y actual Presidente electo de Colombia. Tras desempeñarse como periodista, incursionó a la política haciéndose miembro del Partido Liberal Colombiano, fue ministro de Comercio Exterior durante el gobierno de César Gaviria, más tarde hizo parte del gobierno del conservador Andrés Pastrana Arango en el que se desempeñó como Ministro de Hacienda. Después de consolidarse el gobierno de Álvaro Uribe en la presidencia tras su llegada en el 2002, Santos dejó el partido liberal y fue uno de los creadores del Partido de la U, fue nombrado Ministro de Defensa de Colombia durante el gobierno Uribe desde julio de 2006 hasta mayo de 2009.
Santos jurará hoy 7 de agosto de 2010 como Presidente de Colombia para el período 2010 - 2014.

Vida personal

Familia
Hace parte de la históricamente influyente familia Santos, su abuelo fue el periodista Enrique Santos Montejo "Calibán" y el hermano de éste fue el ex presidente Eduardo Santos Montejo, quien fuera dueño del diario El Tiempo. Asimismo, es primo en primer grado (primos hermanos) por parte paterna y materna del Vicepresidente de Colombia, Francisco Santos Calderón.

Estudios
Juan Manuel Santos estudió Economía y Administración de Empresas en la Universidad de Kansas, Estados Unidos. Luego obtuvo el grado de Máster en Economía y Desarrollo Económico de London School of Economics y el Máster en Administración Pública de Harvard University.
También recibió becas de la Fundación Fulbright en el Fletcher School of Law and Diplomacy de Universidad Tufts, y de la Fundación Nieman para el Periodismo en Universidad Harvard. Le ha sido otorgado un doctorado Honoris Causa en Leyes.

Vida política
Recién obtenido su título universitario, Santos ingresó a la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (1972) y durante nueve años la representó ante la Organización Internacional del Café en Londres. En 1981 regresa al país y asume como subdirector de El Tiempo, posicionándose como uno de los miembros más influyentes de su generación en la familia Santos.
Juan Manuel Santos fue designado Ministro de Comercio Exterior durante el mandato de César Gaviria en 1991, recién creada esta oficina; en 1993 es elegido por el Senado como Designado a la Presidencia de la República, siendo la última persona en ocupar tal cargo, pues un año después fue sustituido por la Vicepresidencia de la República. Entre 1995 y 1997 hizo parte del triunvirato que dirigió al Partido Liberal Colombiano, retirándose para presentar su pre candidatura a la Presidencia, si bien estas intenciones no llegan a concretarse. En 2000 es designado Ministro de Hacienda y Crédito Público, durante el final del mandato de Andrés Pastrana.
Pese a mantenerse al interior del Partido Liberal durante su Congreso Nacional de 2003, en 2004 se retira y decide respaldar el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, organizando a finales de 2005 el Partido de la U, como intento de aglutinar a todas las fuerzas del uribismo. Santos deja la dirección de este partido (que compartía con el senador Óscar Iván Zuluaga) al ser reelecto Uribe y lograr la U la mayor bancada del Senado. En julio de 2006, antes de tomar posesión por segunda vez, Uribe nombra a Santos Ministro de Defensa Nacional.
Ministro de Defensa (2006-2009)
Bajo su ministerio las Fuerzas Militares y la Policía Nacional con la participación activa de agencias estadounidenses de seguridad.3 han dado los golpes más certeros a las FARC tal es el caso de la muerte de alias el "Negro Acacio", alias "Martín Caballero", alias Raúl Reyes en la Operación Fénix la desmovilización de alias "Karina" y la liberación de la ex candidata presidencial Íngrid Betancourt, tres estadounidenses y once militares y policías secuestrados en la llamada Operación Jaque.

Obras publicadas
En 1999 presentó su libro La Tercera Vía: una alternativa para Colombia, en el que contó con la colaboración del entonces primer ministro británico Tony Blair. En 2009 publicó Jaque al Terror: los años horribles de las FARC (Planeta, 2009), obra en la que describe, a manera de crónica, los duros golpes asestados a esa organización guerrillera durante los casi tres años en que estuvo al frente del Ministerio de Defensa. Este libro fue prologado por el escritor e intelectual mexicano Carlos Fuentes.

martes, 3 de agosto de 2010

¿Que es un encuentro con Jesus?


Un encuentro con Jesús . . . es algo que todos necesitamos, sea que solo hayamos oído hablar de Él desde lejos, sea que ya lo conocemos ó que hemos caminado hace muchos años a su lado: no hay nada más especial que encontrarnos con nuestro Señor, nuestro Hacedor, nuestro Salvador, nuestro Sanador, nuestro Proveedor y nuestro Fiel Amigo. Como Él no hay otro y no importa en que punto de nuestra vida nos encontramos, Jesús tiene algo sumamente especial que mostrarnos durante ese fin de semana de encuentro.

Todos tenemos cargas viejas en nuestras vidas. A veces ni estamos conscientes de ellas. Se han escondido en algún rincón de nuestro ser y solo en los momentos menos esperados y deseados se hacen sentir. No nos dejan progresar en las relaciones con nuestros seres queridos, en nuestra vida profesional, en nuestra vida de fe, en todas las demas áreas de nuestra vida.

Pero esto no tiene por que terminar así: Jesús nos trajo libertad cuando se entregó por nosotros en la cruz, pero la tenemos que recibir de su mano y de esto se trata el Encuentro Con Jesús. ¡Ven y recibe lo que Jesús tiene específicamente para ti!