miércoles, 19 de mayo de 2010

La máquina de culpabilidad


La culpa, es una parte tan integral de nuestra cultura que, desde la educación, pasando por la crianza de los hijos y el enfrentamiento a los problemas laborales, hasta llegar a los códigos de justicia, gran parte de la vida social se maneja sobre la base de este sentimiento.

Desde niños ( "no pongas triste a la mamá", y "tanto que trabajo por ti", y "los niños buenos se comen toda la sopa", y "tu única obligación es sacar buenas notas") la personalidad social se va moldeando de culpa en culpa.

El Dr. Wayne W. Dyer, explica así el funcionamiento de la maquinaria de la culpa: "...Alguien emite un mensaje destinado a recordarte que has sido una mala persona por algo que dijiste o no dijiste, sentiste y no sentiste, hiciste o no hiciste. Tú respondes sintiéndote mal o incómodo en tu momento presente. Tú eres la máquina de la culpabilidad. Un aparato que respira, habla, camina y reacciona con cargas de culpabilidad cada vez que le echan el combustible apropiado. Y debes estar bien aceitado si has estado totalmente inmerso en nuestra cultura que es una cultura productora de culpas".

Ahora, si bien es cierto que, manejada socialmente, la culpa produce el efecto de programar a los individuos dentro de los valores aceptados por la sociedad, también es verdad que la culpabilidad no sólo es una preocupación por el pasado, también es la inmovilización del momento presente en aras de un suceso del pasado.

Identificar ya mismo las programaciones negativas recibidas en el pasado, identificar ya mismo tus sentimientos de culpa, es el principio de tu liberación, de una vida más feliz y de una existencia más próspera.

domingo, 2 de mayo de 2010

EL PODER DE LA SANGRE DE CRISTO


“Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona.” (Levítico 17:11)
Hemos aprendido, según las Escrituras, que la vida está en la sangre; que en la época de Moisés, la sangre del cordero fue usada como señal de protección cuando el ángel exterminador pasó dando muerte a los primogénitos; que la sangre fue usada en los sacrificios del Antiguo Testamento.
Cuando Adán y Eva pecaron, y se dieron cuenta que estaban desnudos, Dios sacrificó animales (derramó sangre) y les hizo túnicas de pieles, desde entonces la sangre se ha asociado y es indispensable para la remisión de pecados: “y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (Hebreos 9:22). Abel sacrificó los primogénitos de sus ovejas (derramó sangre) para ofrendar a Dios, “y miró el Señor con agrado a Abel y a su ofrenda” (Génesis 4:4). Después del diluvio también se hizo sacrificio (derramamiento de sangre) y entonces Dios hizo pacto con la humanidad. En la festividad hebrea de “Yom Kippur”, el sumo sacerdote ofrecía sacrificio de expiación derramando. (Recomendamos leer capítulos 8 y 9 de la carta a los Hebreos).
Actualmente ya no necesitamos de más derramamientos de sangre puesto que tenemos el poder de la Preciosa Sangre de nuestro Señor Jesucristo, cuyo sacrificio fue una sola vez y para siempre: “Pero estando ya presente Cristo, Sumo Sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación y no por sangre de machos cabríos ni de becerros sino por su propia Sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.” (Hebreos 9:11,12)
A través de la Sangre de Cristo somos redimidos, justificados, perdonados, limpiados. Al comienzo, antes de Génesis 1:1 Dios había creado a Luzbel, y tuvo el sueño de tener una gran familia con muchos hijos, en la que todos nos pareciéramos a Jesús, pero a Luzbel no le agradó la idea. Dios creó al hombre con la posibilidad de amarle o de no amarle y Jesús fue sacrificado por nosotros desde “antes de la fundación del mundo” y es por Su Preciosa Sangre que ahora podemos entrar en la presencia de Dios: “elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la Sangre de Jesucristo...” (1Pedro 1:2). Hemos sido elegidos por voluntad Divina; más adelante en los versículos 18 y 19 dice que hemos sido “rescatados de nuestra vana manera de vivir con la Sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor a nosotros”, y como dice Pablo “...ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:39).
Hebreos 10:26 nos advierte que si pecáremos voluntariamente, después de haber recibido el conocimiento de la verdad, esto es equivalente a rechazar la Sangre de Cristo y ya no queda más sacrificio por los pecados.
“Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la Sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte” (Apocalipsis12:10,11).
Por la Sangre de Cristo, vencemos a Satanás, somos redimidos y sanados. ¡Nada hay comparable a la Sangre de Cristo; Ella es Santa y es lo único que puede cambiar al hombre!