Se dice: «Uno es libre de hacer lo que quiera.» Es cierto, pero no todo conviene. Sí, uno es libre de hacer lo que quiera, pero no todo edifica la comunidad.
martes, 21 de septiembre de 2010
Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud
Hoy en día es difícil ser joven, pero más difícil aun es ser viejo. Y si ser viejo es complicado, ¡cuanto más lo es si se tiene un profundo sentir de frustración en el alma!
Así es; muchos ancianos se encuentran hoy en día postrados en sus camas pensando en cosas como:“¿Por qué nunca lo hice?”; “Si volviera atrás”; “Si volviera a ser joven otra vez…”
Cuando somos jóvenes, la vida nos pasa tan rápido que no nos detenemos en reflexionar en una cosa: Algún día se van a acabar nuestras fuerzas.
Sí, ya no seremos los mismos. Si a nosotros nos place, vamos de aquí para allá, corremos, saltamos, etc. Pero llegará el día en que esas actividades que son de lo más común para nosotros, llegarán a ser gradualmente dificultosas hasta llegar a ser imposibles de realizar.
Por lo tanto, nos conviene preocuparnos de llegar a una buena vejez, y el momento de preocuparse es ahora mismo. Y no estamos hablando de la parte física en este caso, sino de la parte anímica y espiritual.
Conviene hacernos algunas preguntas como:
¿Estaré satisfecho de mi vida y en especial de mi juventud cuando sea viejo?
¿Podré contarle logros importantes que hice en mi juventud a mis nietos cuando sea viejo?
¿Tendré deseos de volver a cambiar mi pasado cuando sea viejo?
Joven, tú que estás leyendo estas líneas ¿Cuáles han sido tus respuestas a estas preguntas? ¿Puedes imaginarte el momento en que tus piernas ya no respondan? ¿O cuando tus ojos ya no puedan ver? Todos vamos para allá…
Sin embargo cuando se llega a esta etapa con una vida bien aprovechada, la conciencia está tranquila y el anciano puede reposar tranquilamente en su lecho y decir: “Mi vida valió la pena”.
Ahora si de aprovechar la vida se trata, no existe otra forma más excelente que usarla para el servicio a Dios. Muchos tienen el pensamiento de que “Cuando sea viejo voy a ser cristiano…” ¡Incluso yo lo tenía! Pero no sabía de lo que me perdía.
En el mundo se cree que las cosas de Dios son aburridas, que si un joven activa en su congregación y le sirve a Dios, prácticamente se está perdiendo la vida… pero si de eso se trata, preguntémosle a los ancianos su opinión… Muchos viejos pastores que entregaron su juventud en manos del diablo ahora se lamentan por no haber servido a Dios desde antes.
El gran problema es este: Los ancianos pastores, predicadores y otros ministros de avanzada edad tienen todo el deseo de poder ir y llevar el Evangelio de Cristo a todas las naciones, a todo el mundo, hasta lo último de la tierra… Pero sus fuerzas no le dan para ello. Tienen el deseo de predicar con potencia, pero de su boca ya no salen palabras entendibles ni audibles. Tienen el deseo de viajar, hacer misiones, subir cerros, montañas… pero sólo pueden ir hasta donde sus sillas de ruedas los puedan llevar.
El anciano quiere hacer todas estas cosas ¡y sufre porque nunca las hizo! Ya es demasiado tarde para ellos… ¡pero no para ti!
¡Joven! Ahora es tiempo de levantarse y aprovechar el tiempo porque es corto. No esperemos a estar postrados en una silla de ruedas para poder anhelar hacer la obra Dios… no esperemos cuando seamos viejos, ya que incluso puede que la muerte no nos permita llegar hasta esa etapa siquiera.
Mi deseo es que cuando seas anciano y no tengas fuerzas para hacer lo que quieras, tus pensamientos sean agradables y tengas buenos recuerdos de una juventud entregada a la causa de Cristo.
He aquí el texto bíblico del cual he basado este escrito:
Acuérdate de tu Creador ahora que eres joven y que aún no han
llegado los tiempos difíciles; ya vendrán años en que digas: "No me
trae ningún placer vivirlos." Hazlo ahora, cuando aún no se apaga la
luz del sol, de la luna y de las estrellas, y cuando aún hay nubes
después de la lluvia. Llegará un día en que tiemblen los guardianes
del palacio y se doblen los valientes; quedarán tan pocas molineras,
que dejarán de moler; las que miran por las ventanas, comenzarán
a perder la vista.
Cuando llegue ese día, se cerrarán las puertas que dan a la calle; el ruido del molino se irá apagando; las aves dejarán oír su canto, pero las canciones dejarán de oírse; la altura causará miedo, y en el camino habrá peligros.
El almendro comenzará a florecer, la langosta resultará una carga
y la alcaparra no servirá para nada.
Pues el hombre va a su hogar eterno, y en la calle se escucha ya
a los que lloran su muerte.
Acuérdate de tu Creador ahora que aún no se ha roto el cordón de
plata ni se ha hecho pedazos la olla de oro; ahora que aún no se ha
roto el cántaro a la orilla de la fuente ni se ha hecho pedazos la
polea del pozo.
Después de eso el polvo volverá a la tierra, como antes fue, y el espíritu volverá a Dios, que es quien lo dio.
(Eclesiastés 12:1-7)
Una verdadera obra de arte literaria, en donde la vejez y la muerte se muestran de una forma poética notable, describiendo la forma en como nuestro cuerpo ya va a dejar de cumplir con sus funciones paulatinamente hasta que “el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio”.
Joven, acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento…. Espero que sirvas a Dios ahora y cuando lleguen esos años digas: ¡Si tengo en ellos mucho contentamiento!
martes, 14 de septiembre de 2010
¿A usted le resulta fácil ser juez de los demás?
(Estudio en Mateo 7:1-6)
1.- Versículo para Memorizar
"No juzguen a otros, para que Dios no los juzgue a ustedes. Pues Dios los juzgará a ustedes de la misma manera que ustedes juzguen a otros; y con la misma medida con que ustedes den a otros, Dios les dará a ustedes." (Mateo 7:1, 2).
2.- Enseñanza Bíblica:
Los cristianos debemos evaluarnos. ¿Acaso nos convertimos en jueces? ¡Qué lugar ocupa la crítica en nuestra existencia y de qué manera afecta nuestras relaciones interpersonales? Si revisáramos este tema en nuestras vidas y aplicáramos cambios, sin duda mejoraría nuestra relación con Dios, con nosotros y con los demás.
2.1.- Llamados a la misericordia, no a juzgar (versículos 1, 2).
Una conocida historia refiere a un militar nazi en la dura época en la que los alemanes persiguieron a los judíos. Aquél hombre era inflexible. Como ayudador de los organismos militares, señalaba a los demás como autores de crímenes y acciones ilegales tan solo para procurar justificación en sus muertes. Sin embargo, la historia cambio cuando aquél oficial—pasados algunos años y tras el derrocamiento ario—terminó siendo juzgado por crímenes y él mismo se vio ante la realidad de una muerte inminente. Reconoció que le había resultado muy fácil ser juez, aún sabiendo que estaba obrando injustamente (Cf. Lucas 6:37, 38).
Los cristianos no estamos llamados a juzgar sino a expresar misericordia. Dios, nuestro supremo Creador, pudo condenarnos por siempre y aplicar a nuestra existencia todo el peso de su ira; sin embargo, por amor a nosotros, trajo perdón en la obra redentora del Señor Jesucristo. Él enseñó a sus discípulos y también a nosotros hoy: "No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido"(versículos 1, 2). Aunque nuestro Padre celestial podía juzgarnos, por amor no lo hizo (Cf. Hebreos 4: 12). Solamente Él tiene la prerrogativa de ser juez, sin embargo en su infinita misericordia no lo hace porque conoce qué hay dentro del corazón del ser humano (1 Samuel 16:7).
Ahora bien, lo que no perdemos es el privilegio de escoger entre lo bueno y lo malo. En tal caso, si se requiere que hagamos un sano juzgamiento para no inclinarnos hacia la maldad (Apocalipsis 3:18).
Resulta interesante que haya quienes se quejan de lo duros que son los demás con ellos, pero en su comportamiento no expresan el más mínimo asomo de misericordia. Por el contrario, sin insensibles (Cf. Marcos 4:24; Lucas 6:38; Mateo 18:23-35). Si usted condena el hecho de que le ofendan, debe estar dispuesto y además, presto a perdonar al ofensor. No olvide que podemos ser misericordiosos para con el ofensor sin por ello dejar de reconocer el mal como tal, expresado en actitudes.
2.2.- ¿Acaso no cometemos errores?
¿No ha pensado que curiosamente nos resulta más fácil encontrar errores en los demás que reconocer los nuestros? Si nos proponemos descubrir las fallas de los demás, los hallaremos por montones, pero y nosotros; ¿acaso no fallamos? La respuesta es sencilla: cuando se trata de los demás, podemos juzgar, pero no nos gusta que nos juzguen. Ironías pero a la vez injusticias de nuestra concepción de la vida.
En las Escrituras leemos que el Señor Jesucristo enseñó: "¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? !!Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano." (versículos 3-5. Cf. Lucas 6:41)
La palabra paja proviene del griego kárfos que se refiere a una pizca o astillita de madera, muy pequeña y que pese a ser diminuta, puede resultar muy incómoda en el globo ocular. En el contexto de lo que dijo el amado Maestro, paja no es otra cosa que una falta menor, que juzgamos duramente y desestimamos los enormes errores que cometemos, que es el contraste que se hace con viga del griego dokós, que traduce tronco o tablón de madera utilizado para la construcción de una casa.
Ofrecernos a ayudar a otro con una "crítica constructiva" para ayudarle a cambiar, no es otra cosa que una manifestación de hipocresía. Actuar así es testimoniar nuestra intolerancia. En otras escenas del Evangelio, hallamos este tipo de comportamientos (Juan 8:3-11; Lucas 7:36-39; Gálatas 6:1).
2.3.- Ocúpese en lo esencial (versículo 6).
Para avanzar hacia el final de esta Lección, resulta edificante leer lo que enseñó el Maestro cuando dijo: "No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen." (Versículo 6).
Nuestra prioridad no es enredarnos en los esquemas que traza el mundo, de señalar a los demás, de no perdonar, de autojustificarse y de moverse alrededor de la antigua ley del Talión: "Ojo por ojo, diente por diente". En cuanto al término perlas tiene fundamento en el griego margarit"s que en nuestro medio traduce margaritas para referirse a piedrecitas muy pequeñas que, por su tamaño, podían confundirse con los granos utilizados en la alimentación de los cerdos.
3.- Preguntas para reflexionar:
a.- ¿Qué enseña el Señor Jesucristo acerca de juzgar a los demás?
b.- ¿Cuál ha sido la disposición de Dios hacia usted y yo pese a que por nuestros pecados merecemos ser juzgados con la máxima inflexibilidad posible?
c.- ¿Estamos llamados los cristianos a juzgar? Si no es así, ¿por qué?
d.- ¿El determinar si algo es bueno o malo no es a la vez juzgar?¿No es correcto que lo hagamos?
e.- ¿De qué manera nos confronta la actitud dura y señaladora que asumimos con los demás, frente a la misericordia que esperamos cuando cometemos un error?
f.- ¿Qué nos enseñan los siguientes pasajes Marcos 4:24; Lucas 6:38 y Mateo 18:23-35 acerca de la misericordia?
g.- ¿Qué diferencia encontramos entre paja y viga y qué quería expresar el Señor Jesús al referirse a estos dos objetos?
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